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Levitar

Sentado en mi balcón, repaso algunos borradores que escribí este año. Pocas cosas fueron elegidas para compartir, sin embargo, no estoy disconforme con mi producción.  Demasiado personal, demasiado sincera para exponerla sin restricciones.  Otra vez en mi balcón. Algo mas despojado, anunciando lo que se viene. Estoy decidido a soltar todo lo que pueda. Porque voy entendiendo que necesito poco y no son las cosas las que me hacen sentir lleno. Voy a jugarme un pleno a vivir mucho y tener lo justo. Quizás sea una respuesta adolescente a esta sociedad consumista a la que nada parece alcanzarle. A veces me siento encerrado en mis propias convicciones, alardeando de algo que no puedo cumplir al 100%. Buscando un equilibrio entre el suelo y el cielo. Intentando levitar, como lo hace mi balcón, mas cerca del cielo pero apoyado en el suelo.

Mi pedacito de selva.

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En el Amazonas, hay una comunidad indígena, que cree que al alma de cada uno de ellos le corresponde un pedacito de selva. Todo lo que crece en ese sector, se alimenta con amor. Cuando el amor es correspondido, nuestros seres queridos pasan por ese pedacito de selva y recogen los frutos que dan esos árboles. Pero cuando ese amor no es correspondido, los frutos caen y no hay nadie que los levante. Esos frutos, comienzan a descomponerse y la putrefacción empieza a lastimar tu pedacito de selva. Esas frutas no son como cualquier otra, estas no abonan la tierra, la contaminan. Entonces empieza a dolerte el alma y tardás en darte cuenta que la causa, son las frutas podridas, las que quedaron sin dueño. Nadie puede recoger los frutos que no eran para él. Esos frutos solo puede levantarlos quien los generó. Somos los únicos que podemos curar, nuestro pedacito de selva. No conocemos dónde está ubicado, es difícil encontrarlo, hay que salir a andar por caminos que uno nunca ha andado. Una v

Sonámbulo

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En una Bs As melancólica y lluviosa, me envuelvo en mi impermeable y me largo a la calle. Encapsulado con el jazz que suena en mis auriculares, me siento el personaje de una película. Un policía quizás.   Veo todo moverse en cámara lenta, al ritmo de una trompeta algo sucia donde también escucho los soplidos. Como un respirar de la urbe que se mete en mi cabeza.   La ciudad portuaria está mojada, está mas gris que de costumbre y está viva. Camino sin rumbo, disfrutando de mi protagónico, imaginándome cómo se vería esta escena en un cine. Jugando en mi cabeza, como lo hacía de chiquito. Soñando despierto, para que no puedan despertarme.