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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Sí, te lo dije, ya está.

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El indio es un tipo raro, fue y vino varias veces del loquero. Una vez me dijo: "Sabés lo que pasa cuando te tragás una bomba? explota, BOOM! ... y te revienta por dentro." Me dejó pensando el indio. Yo soy un gran tragador de bombas. Porque en vez de reaccionar, pienso en cómo debo reaccionar. Entonces, la bomba que yo mismo armé para tirar, me la trago. Todita, sin masticar. Y explotan las bombas, obvio que explotan. Algunas son químicas, solo te dan acidez. Pero otras son de las clásicas, te vuelan un apéndice, una rodilla, un pedazo de la boca. ¿Cuántas veces he contenido mis reacciones? ¿Cuánta gente salió sin escuchar lo que tenía para decir? Voy a hacer un acto de reivindicación personal. Así como el que se va de una fiesta y hace un "saludo general". A todos aquellos que alguna vez me jodieron y no pude reaccionar como quería, lo sepan o no, acá les va una "puteada general". Váyanse a la puta madre que los parió! por egoístas, incapaces,

El viejo Placer

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El viejo Placer vuelve de trabajar la tierra. Se lava un poco. Llena la palangana con agua y sal. Se sienta, en patas, en el reparito de la casa. Con un calentador al lado, mantiene la pava a la temperatura justa y se toma los mates mas ricos que existen. Algo grandioso está a punto de suceder, él lo sabe. Siempre lo supo, porque desde chico sueña con el día en que pueda contemplar todos los atardeceres. Ahora le toca soñar despierto. Hay unos minutos al día que son perfectos. Incluso, a veces, es un instante. Entra como un flechazo al corazón. Provoca emoción. Ahí el viejo se abstrae. No piensa en nada. Tiene la mente en blanco y todos los sentidos se llenan y rebalsan de regocijo. Cuando el sol se viene abajo, el viejo se toma unos segundos para elevarse, contemplar la grandeza de lo que lo rodea, sentirse vivo. Esos minutos, poquitos, el sol se deja ver. El viejo puede mirarlo a los ojos sin que lo ciegue. A veces, el sol se esconde un instante atrás de una arboleda. Como un niño