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El esfuerzo

Levantarse, arrancar, salir, empezar, hacer, intentar, volver a empezar, terminar. Como cuesta llevar todas estas palabritas a la acción. Como cuesta que las cosas salgan como queremos o pensamos. Como cuestan las cosas que sabíamos iban a costar mucho... Uff! Estoy encontrando un nuevo sentimiento. El cansancio generado por el trabajo de las últimas semanas, los magros resultados, la experiencia ganada, la desazón, la certeza de haber dejado todo. Esta combinación me está llevando a sentir algo nuevo. Un setimiento que se produce por el choque entre la bronca y la satisfacción. Una mezcla inestable, a punto de explotar hacia el llanto, hacia la dureza de espíritu, hacia el optimismo. Una sentimiento que no puedo terminar de descifrar, menos aún de entenderlo y describo con dificultad. La vida se caga en tus planes. Y cuando menos lo deseas te deja como única salida eso que justamente habías planeado. Es loco no? pero está buenísimo. Siempre que miro para atrás disfruto del camino a

Quique

Quique es un muchacho gordo. A Quique siempre le gustaron las naves espaciales, las clases de astronomía y los fuegos artificiales. Quique tiene un auto color naranja que lava junto a sus amigos todas las semanas. Quique sufre un poco porque no se anima a decirle a la chica que le gusta que ella es la chica que a él le gusta. Quique pasa horas chateando, tiene blacberry y un manos libres muy fachero. Quique se tropieza seguido porque es bastante torpe y a pesar de su gran tamaño solo calza 39. Quique tiene las paletas arregladas porque una vez no llegó a poner las manos y se las rompió contra el pavimento. Fue muy dolorozo pero le quedaron muy bien y no se notan. Quique quiere mucho a su odontólogo. Lo atiende desde que tenía 12 años. Quique tiene mucho para dar, pero le cuesta encontrar a las personas adecuadas para hacerlo. Siempre tiene miedo que se aprovechen de él. Es un poco desconfiado, dice que es para preservarse. Quique igual es un tipazo, yo lo se porque soy su

El tipo aprende.

El tipo vuelve en auto a su casa, pone piloto automático y sin dejar de prestar la debida atención al tránsito piensa. Fantasea, se indigna, sueña. A veces sonríe, a veces se le hace un nudo en la garganta. El tipo está indignado, quiere hacer algo grande que quede en la historia para siempre. Está indignado porque sabe que es posible y que los que pueden hacerlo en este momento son egoístas, mesquinos, egocéntricos, codiciosos y corruptos. También está indignado porque sabe que él sólo no puede. Que es inevitable tranzar, que va a tener que hacer y deber favores. Que es ineludible la mentira, ya sea bien o mal intencionada. Y justamente este punto es el que mas lo perturba. Le crea un dilema abrumador en la soledad de su razonamiento sobre los valores, lo que está bien, lo que está mal, la defensa de la verdad. El tipo no puede distinguir entre lo bueno y lo malo en el uso de la mentira. Su dilema: una mentira que perjudique a quien hace las cosas mal, está bien. Una mentira que de

El escudero de la vida

Acaba de terminar una de las joranadas que seguramente se enontrará entre las más destacadas de las que he compartido con amigos. Después de festejar uno de los días mas importantes del año (según yo) se sucedió la noche con una plática increíble entre un reducido grupo. Grupo conformado por 6 personas que comparten una manada grande de amigos pero llegaron a la misma de diversas maneras, en distintas épocas y por diferentes puertas. Compartimos una charla profunda, de esas que necesitan de un clima muy especial. Atención total para cada uno que hablaba, personalidades a definir, corazón abierto y honestidad brutal. Combinado con la luz tenue de una lámpara y un silencio que permitía escuchar los chasquidos de la lengua y el sonido que hace la garganta al tragar. Autodefiniciones de personalidad seguida de debate permitieron conocernos más entre nosotros y que todos podamos sacar conclusiones de nosotros mismos. Habilidades, fortalezas y miedos se dejaron ver sin culpas ni tabúes. Si

Diarrea emocional

El aire se condensa y se pone espeso, humo de cigarrillo, dolor de cabeza, dolor de cintura. Paso por la página del diario y los mails, el diario y los mails, el diario y los mails. Esperando que publiquen una nueva noticia o llegue un correo que me saque del letargo. Que rompa esta puta rutina, al menos unos minutos. Siento que estoy caminando hundido en el cemento fresco y que poco a poco se va secando. Y poco a poco me voy cansando, moviéndome más lento, haciendo más esfuerzo, quedándome quieto, resistiendo. Tengo una bola de sensaciones que suben y bajan de manera caprichosa, según el día, según las noticias, según la agenda. Mi estado de ánimo tiene crisis profundas una vez por semana. La desesperación nunca es buena consejera. A veces siento que cuando escribo tengo diarrea emocional. Primero saco toda la mierda, para después poder empezar a ver qué hago para corregir mi situación. Odio que el hecho de adquirir experiencia duela en la cabeza y en el cuerpo; que desgaste, que

Palos en la rueda

Quiero defender la pureza del pensamiento por encima de las aplicaciones tergiversadas que se dan en la puesta en práctica. Los cambios son largos, se generan, antes que nada, con alguien que piense distinto. Esos pensamientos, decantados y enriquecidos con debate son generalmente ideas que apuntan a mejorar, aunque su aplicación llevada a cabo por hombres imperfectos que carecen de moral genera deformaciones. Creo que lo importante es poder tomar el espíritu principal de esas ideas y defenderlos constantemente. Continuando con mi indignación, lo que no puedo entender es a los demoledores de ilusiones, esos que lo primero que dicen es que el cambio es imposible, que ya no se puede hacer nada, que la gente, que el gobierno, que la policía... y vos? Eso me pregunto yo. VOS qué hacés? Porque nadie te exige que te pongas a trabajar para generar un cambio si no sentís que puedas hacerlo o no quieras hacerlo. Sin embargo me gustaría dejar dos puntos en claro para ustedes. Primero, no ate

Estos días

Tranquilo. Respiro hondo, sacudo la cabeza y saco ese pensamiento feo. Vueltas, muchas vueltas para poder dormir. Un montón de besos para curarme. El laburo? y... se va moviendo. Tranquilo, tranquilo, paso a paso. Hay un momento para todo. Disfrutar lo que se puede, no enroscarse con lo que hace mal. Hay que ser comprensivo con la gente, escuchar y hablar. Siempre hay alguien que me está ayudando aunque yo no me de cuenta. A mis amigos? Los quiero muchísimo. Un saludo y a disfrutar de la vida cuando es buena y hacer algo para cambiarla cuando viene mal.

Por lo menos así lo vivo yo

Esperamos 4 años. Años dolorosos, por lo vivido en los últimos tiempos y un presente que no vislumbra un gran futuro. Esta espera larga, que despierta una ansiedad incontrolable que crece día a día hoy que estamos en la recta final. Una espera en la que se opina, se discute, se pelea, se marcan posiciones, se imagina, se desea, se contiene. Porque estamos 4 años conteniendo las ganas de gritar eufóricos, de abrazarnos, de colgar las banderas en los balcones y ventanas, de festejar a lo grande. Ilusionados, algunos más otros menos, todos queremos que nos vaya mejor, que aparezcan los héroes, los líderes, la experiencia y la rebeldía. Queremos que todos sean uno, queremos todos lo mismo, queremos disfrutar y no sufrir más. Queremos tener una identidad que los demás teman y respeten. Queremos ser los mejores. Queremos inflar el pecho y sentirnos orgullosos de lo que supimos conseguir con esfuerzo, trabajo, dedicación y profesionalismo. En mi país, la Argentina, el fútbol lo vivimos as