Revolcón de ola

Este año fue tremendo. Me pasaron muchas cosas, de esas importantes, de esas que movilizan, de esas que uno espera que pase una o dos en el año. Pero me pasaron 5 o 6, bien malas y bien buenas.
Este año fue como el revolcón de una ola. Un jueguito entre lo divertido y la adrenalina del peligro.
Como cuando intentás barrenar, al principio tratás de bracear y hacés un gran esfuerzo, tratás de tomar esa ola enorme porque es divertido. Y de repente la ola te levanta, te empuja, te acelera, te hace sentir su fuerza. Estás al borde del éxtasis. Hasta que cae, y ahí empieza ese jueguito en el que el revolcón puede ser divertido, algún raspón, arena en el pelo y cuando te levantás cerca de la orilla te sentís un aventurero que desafía a la naturaleza.
Sin embargo, hay veces que la ola nos revuelca como con odio, nos arrastra en la arena gruesa, nos lastima, nos marea, nos desespera porque ya no hay aire y no sabemos ni dónde está la superficie.
Este fue un año de revolcones, de los divertidos y de los peores. Estuvo muy bueno, pero también muy duro. Y esas marcas que me dejaron los revolcones me van a servir para no cometer los mismos errores, para volver a tomar los riegos que valen la pena, para ser quien yo quiero.

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