Todavía falta

Ya van muchos días. Se acumulan como las revistas viejas en la sala de espera de un consultorio. Hartan, no aportan nada, mientras crecen las expectativas por el fin de la cuarentena. Expertos en curvas, picos, crecimientos exponenciales y recetas gourmet. La cuarentena llega al punto mas alto de hinchada de huevos. Empezaron las protestas por salir a caminar. Las demandas por paseos.
Mientras los barrios carenciados se convierten en guetos. El ministro de salud de la nación se quiebra. Parece que él tampoco resiste mas cuarentena.
Yo me pregunto, qué tan resilientes somos? Acaso estamos condenados a ser los mejores del mundo también en esta triste proeza?
La economía mas castigada, la cuarentena mas larga, el mejor porcentaje de muertos para el tercer mundo. Y lo que creíamos que era imposible, profundizar la crisis y seguir aguantando.
Ya quedan pocos adictos al consumo con capacidad de drogarse. El lujo paso a ser una granola con miel para el desayuno. Y la lujuria es tomar unas botellas de vino en la semana.
Empezamos a acostumbrarnos a la distancia social. Pero vemos una foto amontonados, o imaginamos cuando volvamos a juntarnos y se nos llenan los ojos de lágrimas.
La lección está aprendida, las deficiencias, errores y vicios del sistema quedaron a la vista. Basta. No mas castigo. Aprendimos la lección.

Aprendimos la lección?
O estamos pensando en que conviene ir sacando pasajes, que van a estar baratos. Y que esto se lleve a algunos que no aportan no está tan mal. Y que extraño ir al shopping a comprar, no importa qué. Y volver a la oficina, porque necesito mi espacio.
No se cuantos días harían falta para recapacitar. Pero no creo que estos 70 y pico hayan alcanzado para algo mas que aburrirnos y volver a lavarnos las manos antes de sentarnos a comer.

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