Así, como vos.

Isaac era un hombre normal, o al menos aparentaba serlo. No puedo negar que era un tipo curioso y le encantaba dedicar largos ratos a la observación. Un día se encontraba mirando un manzano (actitud para nada extraña en nuestro personaje), no había ningún motivo en especial, solo estaba allí. Lo estudiaba detenidamente, intentaba percibir algo, no sabía qué. De repente una manzana cae al piso y rompe el encanto entre el observador y el manzano. ¿Lo rompe realmente?. No, le da razón de ser al meticuloso estudio. Despierta en nuestro instruido personaje una imperiosa necesidad de saber el por qué del caer de esa manzana. Y no se conformaría solo con eso, también va a encontrar respuestas para su velocidad y la fuerza de impacto relacionada con su volumen y su masa.
Una vez que supo todo esto de una manzana elaboró una teoría que se convirtió en la base de la física moderna, y con esto, calculó la fuerza que mantiene a la luna en su orbita.
A esta altura Isaac era mucho mas que un hombre, era una fuerza, una unidad de medida, tenía títulos y honores y un ojo desviado que lo acercaba a los hombres comunes. Isaac Newton era un tipo normal, solo que con ganas de saber por qué las cosas son como son, curioso, como cualquiera.



Comentarios

Marcela Barro ha dicho que…
Al igual que cuando lo leí por primera vez... impecable!

Más para leer

Chupate esa mandarina

Perderse y encontrarse.

Seamos libres, lo demás no importa nada.