Música con lectura, pega mal
En ciertos momentos me gustaría poder grabar mi mente. Registrar de alguna forma todo eso que pasa en mi cabeza. Ilusiones, fantasías, inventos, ideas, anécdotas, prosas, relatos, recreaciones, imágenes, proyecciones, intentos, recuerdos, sueños... ufff.
Muchas veces, cuando se me ocurre algo, tengo la posibilidad de hacer una anotación que me permite mas tarde poder retomar la idea (o lo que sea) para poder desarrollarlo. Es como extraer un cuadro en una película, al que puedo volver después para que ese instante no sea sólo algo que pasó por allí sin dejar rastro mas que la sensación de saber que era algo interesante pero que no puedo recordar.
La cuestión es que tengo la costumbre de escuchar música y leer al mismo tiempo. "Que tonto" puede pensar alguno, a una de las dos cosas no puede prestarle la suficiente atención. Aunque muchas veces la música es una compañía a la que no es necesario dedicarle un acto conciente. Mi problema es que la combinación de lectura y música se convierten en un estimulador impresionante de mi cerebro, de repente no se cómo mis ojos recorren las páginas mientras una voz en mi cabeza repite algo que no me interesa, la música apenas la reconozco como tal y todo fluye en mi interior a una velocidad que no me permite detenerme. Me voy, divago, me pierdo en mi mismo, me elevo, me encuentro conmigo. Muchas veces reconozco la brillantez de lo que surge pero no puedo detenerme a escribirlo. En parte porque no estoy en un estado de plena conciencia, en parte porque hacerlo implicaría poner una pausa y todo se desmoronaría como un castillo de arena, en parte porque no quiero romper ese estado de lujuria mental; y en parte porque si pudiera detenerlo y sacarlo de mi mente, de mi mundo, de mi interior, me daría cuenta que no era tan brillante, que no soy tan bueno para desarrollar racionalmente nada y que las fantasías, si se cumplen, dejan de ser fantasías. Además la melancolía de un vago recuerdo de algo que podría haber sido maravilloso es mucho mejor que la certeza de una idea que no vale nada.
Muchas veces, cuando se me ocurre algo, tengo la posibilidad de hacer una anotación que me permite mas tarde poder retomar la idea (o lo que sea) para poder desarrollarlo. Es como extraer un cuadro en una película, al que puedo volver después para que ese instante no sea sólo algo que pasó por allí sin dejar rastro mas que la sensación de saber que era algo interesante pero que no puedo recordar.
La cuestión es que tengo la costumbre de escuchar música y leer al mismo tiempo. "Que tonto" puede pensar alguno, a una de las dos cosas no puede prestarle la suficiente atención. Aunque muchas veces la música es una compañía a la que no es necesario dedicarle un acto conciente. Mi problema es que la combinación de lectura y música se convierten en un estimulador impresionante de mi cerebro, de repente no se cómo mis ojos recorren las páginas mientras una voz en mi cabeza repite algo que no me interesa, la música apenas la reconozco como tal y todo fluye en mi interior a una velocidad que no me permite detenerme. Me voy, divago, me pierdo en mi mismo, me elevo, me encuentro conmigo. Muchas veces reconozco la brillantez de lo que surge pero no puedo detenerme a escribirlo. En parte porque no estoy en un estado de plena conciencia, en parte porque hacerlo implicaría poner una pausa y todo se desmoronaría como un castillo de arena, en parte porque no quiero romper ese estado de lujuria mental; y en parte porque si pudiera detenerlo y sacarlo de mi mente, de mi mundo, de mi interior, me daría cuenta que no era tan brillante, que no soy tan bueno para desarrollar racionalmente nada y que las fantasías, si se cumplen, dejan de ser fantasías. Además la melancolía de un vago recuerdo de algo que podría haber sido maravilloso es mucho mejor que la certeza de una idea que no vale nada.
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