Fábula del oso y la jaula

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Estuve charlando mucho con amigos y la metáfora se hizo presente en la charla en forma de fábula. Explicar las cosas con un cuento es realmente muy didáctico, despersonalizar y jugar con la caricaturización de las situaciones y las personas es menos dolorozo. Disminuye las barreras generadas por las posiciones defensivas y permite que el mensaje llegue mejor y duela menos.
Es bueno hablar, sacar para afuera, escuchar lo que viene guste o no guste. Pero hay que bancársela cuando no nos dicen lo que queremos. Muchas veces es duro, pero lo que no nos mata nos fortalece.

Están esperando la fábula del oso?... no, eso lo dejo para mí.

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Chupate esa mandarina

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El otro día escuché a la Sra. que vive a la vuelta de mi casa cuando hablaba con una amiga mientras paseaban el perro que la cuñada de una de ellas le había dejado porque se hizo una escapada de fin de semana. El pequinés en cuestión le ladraba de atrás de la reja a un rodwailer que echaba espuma por la boca y la Sra dijo “Chupate esa mandarina! Miralo al chiquitín!” La verdad, me dejó pensando. No en el coraje del pequeño animal, ni la moraleja del encierro, ni si el tamaño importa. Me quedé colgado de la frase. “Chupate esa mandarina” ¿Por qué decimos esa frase? Uno no anda chupando las frutas y si vas a chupar que sea una naranja que tiene mas jugo. Generalmente no hay ni siquiera una mandarina cerca, entonces por qué aclaramos “esa” como si fuera una entre un montón. Por qué usamos la mandarina y no una manzana o un limón que son mucho mas populares y de reconocido sabor incluso sus cáscaras utilizadas en cantidad de recetas. Definitivamente dudo que alguno de los que está leyendo
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