Perderse y encontrarse.

En este viaje me hice un amigo. Lo conocí en el aeropuerto, viajaba solo.
Sin darme cuenta empecé a cruzarme todo el tiempo con aquel muchacho.
Llegué a conocerlo. Soñador, sensible, salpicado con angustia, divertido, charlatán, inocente, curioso, agradable, nervioso, ansioso, desconfiado, responsable, amiguero, compañero, remolón, feligrés del amor y la familia. Valiente para muchas cosas, muy cagón para otras.
Tipo raro, cuesta entrarle. Pero cuando lo conocés te das cuenta que es un dulce de leche.
Después de unos cuantos días me confesó que se había perdido. Por eso andaba tan lejos de casa.
Ahí empezamos a coincidir, porque yo le conté que a mi me mandaron a buscar a alguien que andaba perdido. No me dieron muchas especificaciones. Sólo me dijeron que confíe en mi. Que iba a encontrarlo si hacía eso.
Y acá estamos, yo conmigo. Aprovechando hasta el último minuto del viaje en el que salí a buscarme y me encontré. Por suerte me encontré.

Comentarios

Más para leer

Chupate esa mandarina

Seamos libres, lo demás no importa nada.