Morralito

Luis tiene un accesorio que lo identifica. Los amigos, la gente del barrio, en su trabajo, todos reconocen algo que lo distingue. Luis anda siempre con un morral. Este accesorio se ha convertido en variedad de sobrenombres, pero el mas repetido es -morralito-. Los que lo llaman de esa forma lo hacen con cariño y a Luis no le molesta que lo apoden así.
El morral de Luis es bastante ordinario, es de un cuero sintético de baja calidad, y a Luis le gustaría reemplazarlo por uno mejor. Pero él se ha encariñado con el accesorio, hace mucho que están juntos, lo ha acompañado en viajes, días de trabajo, noches de juerga, aventuras y penurias. Luis es cuidadoso y sabe mantener en buen estado aquello que para él merece la pena. Su morral sufre el paso del tiempo de manera envidiable, y la verdad es que no tiene motivos para reemplazarlo. Luis siempre dice que su morral tiene un tamaño exacto. Nadie sabe exacto para qué. Pero si uno le pide que se explaye puede dar muchos detalles. Sólo por nombrar algunos, va a decir que la capacidad del mismo es la justa para llevar sus cosas, que sobra espacio por si quiere agregar algo pero no siente que esté cargando un bolso demasiado grande nunca. Que tiene la cantidad de bolsillos adecuada, que su color negro con los bordes amarronados lo hacen combinar con casi todo. Que el material tiene la flexibilidad justa para no acartonarse y mientras camina ni lo siente. La correa tiene el largo exacto y no se mueve, según él, la acomodó el mismo día que lo compró y nunca mas la volvió a mover.
Pero hay algo raro en ese morral. Todos lo sospechan, pero el único que lo sabe es Morralito. Sus amigos han imaginado historias de las mas disparatadas. Que tiene información muy importante, papeles con grandes secretos. Que lleva grandes sumas de dinero y es un valijero. Que lo hace por mantener un personaje. Que lo llena con flores que va a recoger al parque Las Heras.
Morralito tiene un gran motivo para andar con su morral a cuestas todo el tiempo. Lleva algo indispensable que requiere cierto cuidado. Algo que debería llevar dentro de su cuerpo, pero por algún motivo a él le ha tocado llevarlo afuera. Luis debe llevar su corazón en el morral. Por eso, a veces, cuando lo agarran muy permeable, ha llegado a decir que en su morral lleva todas sus penas y todas sus alegrías.
Morralito toma las precauciones necesarias con su corazón, no exagera, pero tampoco es para andar dejándolo tirado por cualquier lado. Aunque tuvieron la distinción de entregárselo con un caparazón, ya que le toco llevarlo por fuera, le dieron una protección adicional.
En ocasiones, cuando el corazón late tan fuerte, que uno siente que se le sale por la boca, Morralito tenía que sostener su bolso con fuerza, porque sentía que se le iba salir de ahí adentro.
Luis se preocupaba por no golpearlo desmedidamente, y en tantos años, lo había logrado con éxito. Lo creía un tanto indestructible. Con la dureza justa para soportar los golpes de la vida. Metafórica y literalmente. Pero Luis nunca había entendido, que al igual que cualquier corazón, había una sola cosa que podía ponerlo en peligro tanto como regocijarlo. Esa cosa es el AMOR.
Tanto se preocupó Morralito por evitar que se golpee, que se olvidó de ocuparse de su alimento. Lo escuchó crujir, sintió el quejido del cascarón en mas de una oportunidad. Pero se hizo el distraído. Hasta que un día se rompió.
Morralito se asustó mucho, pensó que se moría. Sin embargo, lo que le rompieron no fue el corazón, sino la cáscara que lo envolvía. Tiempo después, mientras alejaba sus miedos, se dió cuenta que lo que habían hecho era liberarlo, a su corazón, de la coraza que lo rodeaba. A él, de tener que cargarlo.
Ya no sabe donde está su corazón, si adentro o afuera. A él le gusta creer que en todos lados.
Luisito sigue usando su morral. Dice que es para llevar lo de siempre. Los que mejor lo conocen aseguran que está lleno de penas. Pero que así como liberó su corazón, va a aprender a soltarlas.

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