Gigantes de 2 años.

Los niños, al momento que aprenden a caminar, adquieren una capacidad que van perdiendo con el tiempo. A fuerza de golpes, gritos, retos, amenazas y la repetición de la palabra NO.
Los niños tienen la capacidad de aumentar su tamaño en relación al ambiente que los rodea.
El problema es que la ecuación es inversamente proporcional.
Ambiente mas chico = niño mas grande.
Así es como los infantes se convierten en torpes gigantes dentro de un departamento donde no pueden hacer otra cosa que generar caos a su alrededor. Como una película de King Kong, los pequeños desproporcionados arrasan con todo lo que está a su alcance. Los mayores, con pánico, hacen lo que pueden para contener lo incontenible.
En cambio, al aire libre, los niños se vuelven diminutos. Pequeños exploradores, cuidadosos y atentos.
Con los años, el don se controla, hasta dejarnos quietos, sentados en el sofá, frente a la TV. Inertes. Ya sin ganas de ir afuera.

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