Que nos duela.

Y cuando todo esto pase, que empiece a dolernos... que nos duela la panza de reírnos, las manos de aplaudir. Que nos duela todo el cuerpo por volver a jugar a la pelota y la espalda por alzar a los sobrinos. Que nos duela la cabeza de festejar a los gritos y los brazos de cargar los víveres para compartir con los amigos. Que nos duelan las mejillas de los besos y los hombros de tanto dar abrazos.
Y si aprendemos algo de todo esto, que empiece a dolernos el hambre del que tenemos al lado, que nos duela las condiciones en que trabajan los médicos. Que los ríos contaminados y el aire pestilente nos cause dolor, tanto como alimentos transgénicos y las islas de plástico. Que nos duela la desigualdad y la injusticia. Que nos duela que lo que mas nos costó de la cuarentena, no se compra con dinero. Que nos duela el egoísmo, en todas sus versiones.
Atravesemos el dolor, a ver si de una vez por todas, logramos crecer.


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