El otro día escuché a la Sra. que vive a la vuelta de mi casa cuando hablaba con una amiga mientras paseaban el perro que la cuñada de una de ellas le había dejado porque se hizo una escapada de fin de semana. El pequinés en cuestión le ladraba de atrás de la reja a un rodwailer que echaba espuma por la boca y la Sra dijo “Chupate esa mandarina! Miralo al chiquitín!” La verdad, me dejó pensando. No en el coraje del pequeño animal, ni la moraleja del encierro, ni si el tamaño importa. Me quedé colgado de la frase. “Chupate esa mandarina” ¿Por qué decimos esa frase? Uno no anda chupando las frutas y si vas a chupar que sea una naranja que tiene mas jugo. Generalmente no hay ni siquiera una mandarina cerca, entonces por qué aclaramos “esa” como si fuera una entre un montón. Por qué usamos la mandarina y no una manzana o un limón que son mucho mas populares y de reconocido sabor incluso sus cáscaras utilizadas en cantidad de recetas. Definitivamente dudo que alguno de los que está leyendo ...
Hola amigos, en esta ocasión les acerco un servicio de poca importancia pero gran valor. Estoy hablando de los mails que recibimos con una presentación de power point adjunta. Ustedes creen que son muy fáciles de hacer, pero No Señor! Para empezar, hay que intentar desprenderse de todo criterio, buen gusto y lógica. Una vez que logramos este estado de vacío mental, buscamos frases espantosas de "grandes escritores y pensadores", que siempre, fuera de contexto, significan poco y nada. Una vez que seleccionamos un par, ponemos en nuestro explorador -Google images- y empezamos a buscar imágenes de paisajes. Acá hay que empezar a tener un poco más de mal gusto, no por las fotos, que en general son bonitas, sino porque la idea es hacerlas combinar con el texto. Como en el siguiente ejemplo, la vejez y los árboles siempre son buenos para combinar. Otro detalle es la elección del lugar donde vamos a poner la frase y el color. Siempre queda muy bien que sea de difícil legibilid...
Estaba buscando la frazada vieja para transformar el colchón hundido en una cálida cama, y cuando pego el tirón, se me viene encima una caja grandota. La atajo, pero igual se cae la tapa junto con algunas cosas de su interior. Mientras puteaba ofuscado, veo en el piso un banderín de "El Alba", club de barrio donde jugaba a los 5 años con los que hoy siguen siendo mis grandes amigos. Todos tenemos una caja donde guardamos los recuerdos de nuestra vida. Pequeños objetos con un valor incalculable. Fotos, juguetes, indumentaria, momentos, personas, emociones, historia. Cada cosa representa un trocito de nuestra vida y tenemos la habilidad de elegirlas cuidadosamente para transformarlas, de "cosas", a "recuerdos". Por X motivo, cada tanto, damos con la caja de los recuerdos, y siempre, sin importar qué estábamos haciendo, o cuánta prisa teníamos, nos detenemos un rato para repasarla. Somos fans de nuestra propia historia y nos encanta repasarla, tocarla, oler...
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